Una y otra vez, el día empieza a terminar, es alrededor de las cinco de la tarde, el desespero en los rostros es cada vez más evidente, me siento un poco cansado y frustrado, me empiezo a preguntar si no voy a ser capaz de lograrlo, he visto algunas pocas veces a otras personas hacerlo, en la televisión y en el cine, no parece algo muy complicado, aunque la raza humana se caracteriza por complicar lo que en realidad es muy sencillo, que métalo por acá, que hágale así, que si se siente bien, en fin, unas innumerables complicaciones que no tienen lugar, es simplemente una tarea que realizar.
Sigo intentando y nada, no lo logro conseguir, ella me esta mirando fijamente a los ojos, el nerviosismo opaca mi sentido, siento que soy todavía muy joven para hacerlo, igual no hay afán de nada, pero la presión social y además la de ella es insoportable; no se que hacer, todo lo que me han dicho no tiene sentido en este momento, es ahora o nunca, es algo que necesito hacer, es algo que necesito saber hacer, es muy importante para mi, estos pensamientos se vuelven mas recurrentes en mi.
La habitación es amplia, hay una buena iluminación, que para este cometido sirve mucho en primeras instancias, ella es alta, de cabello negro, mayor que yo, mas experimentada y con mucha mas practica, su belleza es intimidante, grandes ojos cafés que me miran intensamente, su impaciencia es opacada por su deseo, una grandes manos me acarician y me indican lo que debo de hacer, no se que hacer es verdad, pero lo intentare; ella por ultima vez, acomoda tiernamente sus manos entre las mías, se desliza hacia mi como un viento otoñal, me mira a los ojos y luego baja su mirada, suavemente se pone de rodillas y desata mis zapatos, y me vuelve a mirar, yo sin saber que hacer observo ese rostro angelical, miro mis pies y en un momento de inspiración y deseo, se que hacer…Paso el cordón derecho por la orejita del cordón izquierdo le doy una vueltita y hago un nudito y listo. Ya aprendí a amarrarme los zapatos.
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